Del mismo modo que un cliente insatisfecho, según decían los gurús clásicos del marketing, comunica su insatisfacción a 10 personas de media, y uno satisfecho tan solo a 3; a nosotros nos pasa algo parecido con los huéspedes, quizá porque estamos muy bien acostumbrados. Es realmente curioso y, a la vez injusto, que de las aproximadamente 2.500 personas que pasan al año por La Regalina, los que trabajamos aquí, en nuestras charlas, dedicamos el mismo tiempo a hablar de los 3 ó 4 que sería mejor olvidar, que de los 2.497 restantes que son la razón de nuestro trabajo. Pero los humanos somos así, los "malos rollos" nos impactan mucho más que los buenos.
El turismo rural de calidad no es un producto enfocado a un status económico determinado, ya que un rango muy amplio de la población (por no decir casi toda) se lo puede permitir. Sin embargo, sí tiene un componente cultural y de aprecio por la vida en la naturaleza, una especie de huída del turismo de masas, que concreta un poco este nicho de mercado.
Tenemos clientes de las más diversas profesiones y niveles económicos, con un denominador común, que es la voluntad de pasar unas vacaciones en la naturaleza sin renunciar a las comodidades de la vida actual.
A pesar de esto, siempre hay algún personaje perdido en el mundo y en sus vacaciones, que termina cerca. La semana pasada tuvimos una reclamación que consistía básicamente en dos temas: las personas del equipo no les habíamos tratado con el respeto que se merecen "por ser médicos" y por otra parte, no tenían preferencia sobre los peregrinos alojados en el uso de la lavadora pública.
Son 3 ó 4 entre 2.000 durante toda la temporada, pero ¿verdad que son molestos?....
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